viernes, 13 de marzo de 2015

Serrat y yo

Creo que escucho a Joan Manuel Serrat desde antes de aprender a leer y escribir. De la mano de Delia fui entonando sus canciones desde el cascado sonido de un tocadisco desvencijado que habíamos heredado de una tía pitucona. Eran discos "dobles", con dos canciones de cada lado.
Mi hermana los escuchaba casi todo el tiempo. Recuerdo especialmente que me gustaba mucho uno que tenía "Tu nombre me sabe a hierba" y "Si la muerte pisa mi huerto"...
Lo vi por primera vez en el escenario en 1970 cuando vine a visitar a mi hermana que ya vivía en Buenos Aires. Fuimos al Teatro Odeón, en Esmeralda casi Corrientes. Sin demasiado esfuerzo puedo recordar hasta el olor de esa sala. Todo era nuevo para mí. Esta ciudad tan inmensa y con tantas luces, visitar a mi hermana que se había venido a buscar nuevos sueños un año antes, ese teatro tan bonito, esa cantidad de gente tan contenta. Ahora me doy cuenta de qué joven era Delia... para mí siempre fue tan grande y sabedora... Yo estaba montada en su emoción, en su alegría.
Se apagaron las luces y apareció ese muchacho flaquísimo, de sonrisa generosa y dos lunares en la cara, guitarra en mano. Se perdió por completo la dimensión de tiempo y espacio. Aferrada a la mano de Delia escuché todo aquel recital y supe que la infancia me iba quedando chica.
A partir de ahí lo he visto cada vez que he podido y han sido muchas. Serrat me ha acompañado en alegrías y tristezas. Ha sabido estimularme y consolarme. Es como un buen hermano que no sabe que yo existo... 
Una mañana de domingo, en los tiempos en que creía que Clarín me informaba, en la tapa de la Revista Viva aparecía una foto de Serrat anunciando que venía a la Argentina a festejar sus 30 años con la música. Corría 1994. Desayunando con mi hijo le mostré la foto y le conté algo de lo importante que era ese cantor para mí. Mi niño, de apenas 5 años recién cumplidos, me agarró la cara con sus manos y me dijo: "Mami, cuando yo sea grande y tenga plata te voy a comprar un "Serat" (sic)." Durante un tiempo yo le decía que cuando el Nano cantaba "caminante no hay caminos, sólo "estelas" en la mar" lo decía por mí... Y reíamos juntos.
Un tiempo más tarde lo llevé a verlo al Gran Rex. Saqué dos entradas en primera fila y hasta nos dimos el gusto de regalarle una bandera de Boca de 30 metros de largo. Fue una noche gloriosa.
Lo vi un par de veces más y hasta me decepcioné con su tontona dupla con Sabina...
Han pasado varios años desde la última vez que lo ví.
El 19 de enero pasado, Lautaro y Fernando me regalaron 3 entradas para ir a verlo juntos esta noche. Fue idea de Lautaro. Cumple con sus promesas el hijo... se hizo grande y me regaló "un Serat".
Será otra noche gloriosa la de esta noche. Iré con mis dos amores a ver "al amor de mi vida"... con el que puedo tener hoy alguna diferencia pero al que siempre sonreiré mientras me canta "No hago otra cosa que pensar en tí..."
(13-03-2015)


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